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Si sientes que tu cocina es pequeña y el espacio es limitado, la cerámica puede ser tu mejor aliada para hacer que el espacio se vea más grande. Para lograr este efecto, los tonos claros como blanco, beige o gris claro reflejan la luz y crean una sensación de frescura y amplitud. Los acabados satinados o semi-brillantes aprovechan al máximo la iluminación sin generar reflejos molestos, mientras que las baldosas de gran formato reducen las juntas para dar continuidad visual y amplitud.
El diseño del salpicadero de las cocinas pequeñas juega un papel clave en la percepción del espacio. Instalar baldosas tipo brick en posición horizontal puede hacer que la cocina luzca más ancha, mientras que colocarla en vertical aporta sensación de altura. Además, las baldosas con detalles con vetas marmolizadas y patrones geométricos, añaden dinamismo sin recargar el ambiente por su atractivo estético.
Los enchapes para cocinas pequeñas que escogemos no son solo estéticamente agradables, sino prácticos; su superficie impide que las manchas penetren, permitiéndonos limpiarlas con un simple paño húmedo. Esta resistencia a las manchas es valiosa en la zona de la estufa, donde antes las salpicaduras de aceite dejaban marcas permanentes. Además, a diferencia de otras superficies como la madera o el papel tapiz, la cerámica para cocinas no absorbe olores ni se decolora con el tiempo, manteniendo su aspecto impecable incluso después de años de uso intensivo. La cerámica de alta calidad nos da la tranquilidad incluso en un clima húmedo como el de algunas regiones colombianas, no tendremos que preocuparnos por problemas de moho o deterioro prematuro, lo que convierte esta elección no solo en una decisión estética sino también económicamente adecuada a largo plazo.
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Las baldosas de gran formato (60x60 cm o 60x120 cm) reducen las juntas y amplían visualmente el espacio. El PORCELANATO® rectificado con juntas mínimas potencia esta sensación. Para paredes, los bricks en posición horizontal ensancha la cocina, mientras que en vertical da altura. Los acabados satinados reflejan luz sin deslumbrar, y las texturas sutiles agregan carácter sin sobrecargar.
Los tonos claros, como blanco, marfil o beige, crean amplitud y calidez. Tonos perlados y los grises con vetas suaves añaden movimiento sin fragmentar el espacio. Un acento de color en una pared con enchapes en azul o verde salvia da profundidad sin reducir visualmente la cocina.
Los acabados satinados o semi-brillantes reflejan luz sin deslumbrar. Texturas con partículas reflectantes dispersan la luz de forma uniforme, y tonos claros con vetas suaves aumentan la luminosidad. Formatos rectangulares en disposición horizontal con bordes biselados crean puntos de reflejo que amplían el espacio.